21 octubre 2009

¿Y si fuera ella?

¿Puede alguien enamorarse de una desconocida? ¿Y si una desconocida es el amor de tu vida?

No se si alguna vez os habeis planteado esta cuestión. Pero... yo cada día me "enamoro" (entrecomillado y en minúsculas) como de 5 a 10 veces. Pero es que de vez en cuando 1 vez cada mucho tiempo me quedo absolutamente prendado de alguna chica que con sus gestos, sus ojos, sus andares, su hablar, su cuerpo, su pelo y su sonrisa me deja absolutamente hipnotizado. Cuando siento eso, tengo unas ganas tremendas de decirle algo, de no quedarme en simplemente la observación y el babeo... sino además, saber cómo se llama cuando menos... y quien sabe de hasta donde llegar.
La vida está cargada de momentos e instantes desaprovechados por el qué dirán. Y yo la verdad es que lo entiendo. ¿Qué pensarán mis compañeros de viaje en bus cuando me declare a una desconocida y me sigan viendo día tras días el careto? Vaya tonto, vaya pesado, que personaje... cualquier cosa y ninguna positiva. ¿Y qué pensará la chica de mis sueños cuando le dirija unas palabras? ¿Qué soy un violador, un disminuido, un perturbado o quizá todas ellas?

La verdad es que es una tesitura complicada porque siento que a veces podría cumplir sueños de mi vida. Me veo con alguna de ellas muy lejos, visitando paises extraños cogidos de la mano, retozando en playas de arena fina, subiendo las montañas más altas y abrazándome en lo alto de ellas... sueños y más sueños, que nunca se cumplirán porque ella se fue,... se bajó en la parada anterior, se perdió tras la anterior esquina, se subió al piso del ascensor que no era o cambió de dirección tras el último semáforo en común de nuestras vidas...

Y pienso de nuevo, en qué haré la próxima vez que me suceda, y siento que haré lo mismo. Y no se si me apena o tranquiliza. Porqué quizá si no lo hiciera sería un loco y no precisamente un loco de amor.
Por último, una reflexión postrera: ¿existen casualidades? Porque realmente yo me fijé en ella y eso no es una casualidad. Quizá lo fuera que estuviera ahí, pero no que mis ojos se cruzaran con los suyos...

20 octubre 2009

Vivir el presente

Ayer comentaba un poquito de la nueva receta de mi vida... ese Carpe Diem controlado, sin malgastos ni desgastes. Mi filosofía actual de vida se rige practicamente por ello. Para el que no entienda puede leer aquí. De lo que ahí dice yo me quedo con eso de "vivir intensamente cada instante".
Y es que ahora mismo no quiero preocupaciones, no quiero lamentos, no quiero arrepentirme de "aquello que no hice" como me lamente en otros momentos. Ahora es momento de estar alegre pero realista, optimista pero inserto en el mundo... es decir, ante las dificultades que la vida nos plantea sacar una sonrisa en lugar de poner cara de derrota. Ante los palos que nos dan las personas de nuestro alrededor (algunas conocidas que parecen perfectas desconocidas por su actitud) levantarse y ponerse de pie, mirar al frente y decir: aquí estoy yo y me voy a comer el mundo.
Cualquiera me podría rebatir que esto no es más que una actitud infantil, un sueño alocado para disimular que por dentro uno está abatido, destrozado. Y pudiera ser. Pero yo miro en mi interior y lo que veo es un auténtido desahogo de miles de cosas que me atenazaban. Ahora me siento libre, y no libre para hacer cosas que no podía hacer sino libre en mi tiempo, libre en mi cabeza, libre en la toma de decisiones... incluso me atrevo a decir, por feo que suene, que me siento por encima del bien y del mal de muchas personas o situaciones que antes me generaban pánico o cuando menos, preocupación.
Donde antes veía duelos ahora veo retos. Y eso no deja de ser positivo. Y la clave está en ver que el momento presente es el que nos toca vivir y que mañana...no estará. Por eso, estoy descubriendo que vivir en el presente es la mejor manera de ser feliz. Y me ha costado mucho tiempo darme cuenta.
Y otra lección que estoy aprendiendo es que en mi mismo, en mi fuerza interior puedo encontrar todo lo que necesito para seguir adelante. Que es uno mismo quien se debe querer para poder querer a los demás o para poder hacer cosas que valgan la pena en tu vida...que para poner amor en las cosas de tu vida necesitas quererte a ti el primero entre todos. Y eso no es egoísmo ni egocentrismo, sino que es una inversión en los demás que parte de ti mismo.

19 octubre 2009

Efímero y limitado

Hablar de las cosas de la vida, de lo efímero que es todo, quizá es pesimista.
Yo hoy no lo considero así, sino que lo considero realista. La gente muere, las flores se marchitan y los artificios se estropean.
Y esto no es ser derrotista sino considerar lo que el curso natural de la vida efectivamente nos enseña y tomarlo como parte de tu propia vida. El que no cree en esto vive en los mundos de Yupi, en una realidad diferente, en otro mundo... desde luego no en este.
Pues este mundo es limitado, tiene un origen y un destino, igual que las lineas de metro (salvo las circulares que tantos quebrantos de cabeza provocan en algunos ¿hacia que camino iré? ¿llegará el tren al destino que necesito). No reconocer esta evidencia y hacerla presente en tu día a día es hasta dañino me atrevo a admitir.
Vienen a colación dos ejemplos: Los animales y las parejas.
¿Alguien conoce a un perro que transcienda a su amo? Evidentemente los hay pero no son mayoría. Son mayoría aquellos amos huérfanos de perro frente al número limitado (afortunadamente por el pobre animal) de perros huérfanos de amo. El amo normalmente ve como el perro nace, crece, aprende, ladra, devora, llora, enferma, envejece, apena y muere. Todo el ciclo de la vida perruna. Y el amo sólo puede decir al final de la vida del perro: "este perro realmente ha sido un regalo tenerle con nosotros". No puede apenarse, pues el futuro del perro estaba más que escrito.
Apena sin embargo el perro que visita la tumba del amo, el padre que transciende al hijo, o el abuelo que transciende a sus nietos... eso sí que debe apenar.

En cuanto a las parejas... sólo puedo decir que en cierto modo el propio amor tiene una fecha de caducidad. Al menos el amor de ciertos momentos, instantes tal vez. Luego los sentimientos cambian (cambiar no es necesariamente malo, simplemente indica que ya no son iguales). ¿Quién si le preguntan si no desea pasar toda la vida con su enamorado/a en el momento álgido de relación no respondería un sí confiado sin duda de ningun tipo? Y sin embargo, momentos después ante una jugarreta de la contraria o del contrario, los sentimientos no son los mismos.

Por eso, hoy quiero dar un mensaje: la vida es efímera. No merece la pena estar triste. Merece la pena vivir cada momento.
Que un corazón sólo se puede poner encima de la mesa un número contado de veces...eso es cierto. Pero merece la pena ponerlo en ese sitio. Eso sí, guardando las balas necesarias para los momentos de verdad, los momentos de sentimiento. Porque a la vez que digo...¡carpe diem, amigo! por dentro pienso: guardate ese corazón, pon este muro, esta verja y este foso con cocodrilos para que nadie penetre en él y ni se le ocurra acercarse. ¿Y por qué? Porque lo propio de limitado y de efímero de la vida te llama a guardarte para momentos que quizá nunca lleguen... ¿este mundo es de valientes tontos o de listos cobardes?

Un corazón encima de la mesa sólo se saca... un número contado de veces... uno mismo debe decidir las balas a gastar en cada momento... temiendo equivocarse.