19 octubre 2009

Efímero y limitado

Hablar de las cosas de la vida, de lo efímero que es todo, quizá es pesimista.
Yo hoy no lo considero así, sino que lo considero realista. La gente muere, las flores se marchitan y los artificios se estropean.
Y esto no es ser derrotista sino considerar lo que el curso natural de la vida efectivamente nos enseña y tomarlo como parte de tu propia vida. El que no cree en esto vive en los mundos de Yupi, en una realidad diferente, en otro mundo... desde luego no en este.
Pues este mundo es limitado, tiene un origen y un destino, igual que las lineas de metro (salvo las circulares que tantos quebrantos de cabeza provocan en algunos ¿hacia que camino iré? ¿llegará el tren al destino que necesito). No reconocer esta evidencia y hacerla presente en tu día a día es hasta dañino me atrevo a admitir.
Vienen a colación dos ejemplos: Los animales y las parejas.
¿Alguien conoce a un perro que transcienda a su amo? Evidentemente los hay pero no son mayoría. Son mayoría aquellos amos huérfanos de perro frente al número limitado (afortunadamente por el pobre animal) de perros huérfanos de amo. El amo normalmente ve como el perro nace, crece, aprende, ladra, devora, llora, enferma, envejece, apena y muere. Todo el ciclo de la vida perruna. Y el amo sólo puede decir al final de la vida del perro: "este perro realmente ha sido un regalo tenerle con nosotros". No puede apenarse, pues el futuro del perro estaba más que escrito.
Apena sin embargo el perro que visita la tumba del amo, el padre que transciende al hijo, o el abuelo que transciende a sus nietos... eso sí que debe apenar.

En cuanto a las parejas... sólo puedo decir que en cierto modo el propio amor tiene una fecha de caducidad. Al menos el amor de ciertos momentos, instantes tal vez. Luego los sentimientos cambian (cambiar no es necesariamente malo, simplemente indica que ya no son iguales). ¿Quién si le preguntan si no desea pasar toda la vida con su enamorado/a en el momento álgido de relación no respondería un sí confiado sin duda de ningun tipo? Y sin embargo, momentos después ante una jugarreta de la contraria o del contrario, los sentimientos no son los mismos.

Por eso, hoy quiero dar un mensaje: la vida es efímera. No merece la pena estar triste. Merece la pena vivir cada momento.
Que un corazón sólo se puede poner encima de la mesa un número contado de veces...eso es cierto. Pero merece la pena ponerlo en ese sitio. Eso sí, guardando las balas necesarias para los momentos de verdad, los momentos de sentimiento. Porque a la vez que digo...¡carpe diem, amigo! por dentro pienso: guardate ese corazón, pon este muro, esta verja y este foso con cocodrilos para que nadie penetre en él y ni se le ocurra acercarse. ¿Y por qué? Porque lo propio de limitado y de efímero de la vida te llama a guardarte para momentos que quizá nunca lleguen... ¿este mundo es de valientes tontos o de listos cobardes?

Un corazón encima de la mesa sólo se saca... un número contado de veces... uno mismo debe decidir las balas a gastar en cada momento... temiendo equivocarse.

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