18 diciembre 2007

Frío

Eso es lo que siento ante la muerte. Frío.
Ante todo tipo de muerte, la muerte del espíritu y la muerte del cuerpo. No es lo mismo morir de espíritu que de cuerpo.
Cuando a uno se le muere el espíritu deja de amar, de sentir, de hacer cosas por los demás: es un alma en pena, o todo lo contrario, un ambicioso prepotente, que no siente ni padece, que se dedica a joder.
Como estos hay muchos, mucha gente que se dedica a amargar la existencia a otros muchos, que se contenta con ser él el único feliz (si es que conoce esa palabra mágica de la "felicidad", porque seguramente no sea más que un número en su cuenta corriente) o incluso que es infeliz y se la pela.
Estos no me producen frío del todo, más bien me dan asco. Asco que no tengan expectativas ante la vida y asco que no busquen el bien de la gente (al menos de la gente que quieren). Joder... yo soy una persona que odio a otros, porque creo que el sentimiento de odio es terriblemente humano, es necesario para la existencia, pero creo por encima de todo que ese odio surge de la oposición a una idea, es decir, lo que no amo, lo odio.
Lo que me produce un frío helador, inaguantable de verdad, y del cual me alejo en cuanto puedo es la muerte de cuerpo. Me aterra la muerte ajena. La mía no, pues total yo me muero y ya está, fin de la historia. Lo que me da aterra es que la gente de mi alrededor muera. Y ni siquiera que muera, tan sólo el hecho de verlos sufrir me pone los pelos de punta, hace que se me revuelva el estómago...
Se que el sentir eso es también muy normal, muy humano de nuevo, pero eso a mi no me consuela, no me gusta vivir sabiendo (como os comentaba en el último post) que no puedo acercarme al sufriente. Es algo que hace que no me sienta completo.

Uno no es más feliz por estar más vivo, sino más vivo si está mas feliz. Se puede estar sufriendo y ser feliz, mucha gente lo es. Yo no se porque me quejo, no tengo motivos.

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