31 enero 2008

Estamos perdiendo el rumbo.

Observo que la gente cada día más se mueve sólo por aquello que le beneficia.
Me preocupa observar esto. Yo sabía que esto existía pero cada vez me doy más cuenta de que todo el mundo mira por sí mismo y no por el bien común, es decir, mira por su ombligo, y cuando le toca mirar más allá de su ombligo hace la vista gorda.
Para reclamar y quejarse de que algo se hace mal, siempre estamos dispuestos. Para admitir el error y pedir perdón, si podemos ahorrárnoslo, mejor.
Cuando una situación nos parece injusta, no nos parece injusta porque sea algo que realmente ofende a la humanidad o a un colectivo, sino que es más, nos parece así de injusta porque precisamente estamos nosotros implicados en ella. En el momento en el que uno consigue “su justicia” (muy diferente de la verdadera justicia) se aleja de las reivindicaciones. Así al menos lo percibo yo. Al menos así ha sido en experiencias recientes.
La gente se queja de vicio, se queja sin razón, sin educación, con parcialidad, y porque están metidos en el ajo. Si no les implica, raramente se pronuncia. Excepto que pueda sacar tajada, en cuyo caso, meterá baza. Bueno, todo esto, salvo honrosas excepciones. Todavía hay gente que cree y que tiene ideas. Pero seamos sinceros, una clara minoría. Los heroes de hoy no son aquellos que defienden unos ideales preciosistas, sino aquellos que salen en el papel “couché”, aquellos que ganan mucha pasta, aquellos que lideran tal o cual iniciativa (por la que ganan algo)...
El siglo XXI nos trae para mi desde luego una pérdida de búsqueda de ideales, es cierto que vivimos mejor que hace muchos años, pero creemos que con tener bien redactadita una declaración de los derechos humanos y con “sobrevivir” en la jungla de asfalto, malviviendo con los que tenemos al lado, es suficiente.
Yo creo que no es suficiente. Sin embargo, creo que todos caemos en hablar mucho y hacer poco. No nos interesa el bien común sino el propio. Y lo peor de todo es que cuando denuncias algo que te parece mal (y no es por tu propio interés) puedes llegar a ser el aguafiestas, el impertinente, el mimado del jefe, el chivato, el ... tantas y tantas figuras mal vistas en nuestra sociedad.
Aquí mi pregunta: ¿Es el que lo hace mal el que debe ser consciente de su mal? ¿O es el que hace bien el que debe denunciarlo? No es una tontería. El que hace mal está siendo egoísta, interesado,... si no se da cuenta de lo que hace y reflexiona, actúa mal. Sin embargo, el que hace bien, si no denuncia al mal, hace mal, pero si lo denuncia será tachado de todas esas figuras desprestigiadas en la sociedad.
Supongo que esto dependerá del ambiente, de donde se produzca el hecho y a que escala, pero estar callado es dejar proliferar el mal. Y hablemos claramente, denunciar el mal, me traerá más problemas que alegrías... de grandes héroes justos están llenos los cementerios... seguro que no encuentras allí ningún cobarde.
Para concluir, una cita de un verdadero héroe, en hechos y en palabras:
Si quieres cambiar al mundo, cámbiate a ti mismo.
Mahatma Gandhi.

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