13 marzo 2008

Son sueños.

Mi visita a la sierra de Madrid con mis amigos estaba planteada como toda una aventura. Íbamos un fin de semana y no teníamos donde dormir.
No recuerdo el nombre del pueblo ni lo que hice mientras hubo luz del día. Sólo la noche.
Llegado el declive del día, vimos unos chicos meterse en una especie de colegio. Les seguimos, estaba todo abierto, se metieron en un despacho. Nosotros decidimos meternos en otra habitación con la suerte de que en esta había camas. No se donde estábamos la verdad. Seguramente estaríamos algo tocados.
Cuando ya estábamos instalados, decidimos visitar el despacho donde estaban establecidos nuestros compañeros, para conocerles al menos.
Cuando abrimos la puerta del despacho nos encontramos con 2 chicos y 3 chicas tumbados. Los chicos como ausentes tirados en el suelo intentando conciliar el sueño, las chicas semi desnudas, encima de los chicos, pero boca arriba sin hacerles caso.
El calentón que sufrimos en ese momento fue espectacular. Hablamos con ellos. Las chicas no hicieron el más mínimo esfuerzo por taparse.
Nos volvimos al cuarto, no sin antes investigar por toda la casa, aunque no vimos más que despachos, pasillos oscuros, madera y más madera... no acierto a saber de que se trataba.
Nos acostamos y comenzamos a dormir. Saber lo que teníamos al lado no ayudaba a que entrara sueño pues tres chicas como esas, tan expuestas, tan bellas... daban ganas de cualquier cosa.
A mitad de la noche abrieron la puerta con estrépito, eran las chicas. Venían un poquito más vestidas, con un camisón al menos... decían que tenían frío, que las hiciéramos un huequito en nuestras camas.
En una cama de matrimonio dormíamos un amigo y yo, y dijimos a una chica rubia y otra morena que se metieran. Su cara de gusto al ser arropadas (no sólo por las mantas sino también por nuestros cuerpos) lo decían todo. La morena dormía al lado mío, dada la vuelta, se giró y me comenzó a besar. A partir de ese momento la cosa se fue calentando, y todo se volvió auténticamente surrealista, si no lo era ya.
Decidimos ir a otra habitación, aunque fuera al suelo a dormir. Nos seguimos besando y tocando. Cada vez la cosa iba a más. En ese momento se me vino mi novia a la cabeza... no había pensado en ella hasta ahora... se me heló la sangre.
Ella me dijo que lo hiciéramos, le dije que no tenía preservativos. Ella dijo que sí. Se levantó y se fue a su estancia inicial. En el cuarto mis amigos mientras tanto comentaban que yo tenía novia. Ella lo oyó, entro en esa habitación, les miró y cerro la puerta. Yo la esperaba en el otro despacho con una sonrisa... entró y dijo: “Adiós.”


Entonces me desperté, 07:55 de la mañana y me había dado tiempo a soñar. Estaba sólo y en mi cama. El remordimiento llamó a mi puerta... otro día más a currar y a seguir como siempre, sin novedad. Y los sueños, sueños son.

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