17 julio 2008

Un paseo por el paraíso... (y III)

Hacía 7 años que no pasaba por ahí. Le tenía pánico. Jure que nunca volvería a realizar esos pasos. Digo pasos por decir algo. Más bien lo que hice hace años fue arrastrar el trasero durante una hora. Vértigo. Miedo. Mi muerte vi ante mis ojos.
Pero entonces era otra persona, llena de miedos y de inseguridades. Tenía cosas que me ataran pero no como ahora. Ahora era un hombretón. La montaña no me daba el miedo de entonces. Supongo que la propia madurez personal coincidía en este caso con la madurez andando.
Tener que dar una imagen de seguridad ante mis inexpertos acompañantes supongo que ayudaba. Me mostraba seguro y confiado. Cada año que pasa siento que soy más referencia entre los que me acompañan y empiezo a estar acostumbrado a ser bastón donde apoyarse en momentos de dificultad. Por ello, no era la misma persona que pasaba por ahí.
La vida me había dejado señales en mi cuerpo, me había dejado alegrías, mi cara no era la misma, las experiencias a mi espalda en lugar de pesarme me hacían flotar. La montaña era fiel reflejo de eso: las subidas me costaban como toda la vida me cuestan los momentos de dificultad, las bajadas no eran mi fuerte como en la vida cuando he tenido el viento favor tampoco he sabido aprovechar, el paisaje era precioso pero mirando al suelo no disfrutaba como en mi vida no sabía disfrutar de lo que me rodeaba...
Yo era montaña. Era y soy. Ese es mi sitio pues esa es mi vida.
El paso por el lugar del pánico tras esos años fue realmente sencillo. Apenás puse el culo en tierra. Simplemente tuve que guiarme por lo aprendido en estos años: mantener el equilibrio (de nuevo, como en la vida), no pecar de presuntuoso y confiarse(idem), bajar sin excesos y aportando seguridad al entorno...
Preciosa. Me dio tiempo a sacar fotos y disfrutar del paisaje. De la grandeza del abismo. Tuvo hasta un punto de masoquismo en el que me gustaba estar en el filo de la navaja. Era excitante.
Y de nuevo te encontré allí. Eras Tú de nuevo. En mi vida de cada día. En la que tiene subidas y bajadas, momentos de dificultad y de desahogo, de locura y de mesura, de mirar a tu alrededor y de mirarse a uno mismo. En eso estabas presente Tú. Y era grandioso...

No hay comentarios: