24 septiembre 2008

CAI (Contaminación Acústica Intencionada)

¿Por qué tengo que aguantar tu invasión?
Esto es algo que durante los últimos meses vengo pensando. Antes pensaba que era un acto de racismo en mi propia persona pero ahora me doy cuenta de que no es así, pues la afición se ha extendido como un mortífero virus por todo Madrid. De hecho, era algo que yo veía en los Metros, pero ahora también en autobuses, en la gente andando y en mi propio trabajo.
Estoy hablando de la Contaminación Acústica Intencionada. A partir de ahora la llamaré CAI. La CAI es provocada por las personas que de forma premeditada y saltándose toda norma de buena conducta, protocolo adecuado o simple y llanamente “buena educación” te invaden tu ambiente sonoro en espacios generalmente pequeños en los que deben convivir con desconocidos.
En el Metro percibo CAI continuamente. Con la llegada de los mp3’s o de los teléfonos móviles con grandes memorias cada vez más. Un fulano pone “su música” a todo trapo e importunando tu calma. No sólo eso, porque además, no sólo interrumpe ese momento de reflexión que uno dispone, sino que además, te obliga a escuchar aquello que el quiere oír. Normalmente no me gusta lo que escucho de esta gente, maleducados y dueños del espacio sonoro, pero si me gustara su música, aún así... creería que están obrando mal. Jamás, jamás de los jamases molestaría a todo un vagón de Metro, obligándole contra su voluntad a escuchar mis bobadas. ¿Qué derecho tengo a robarle el silencio? ¿Qué derecho tengo a entrar en sus vidas de esa manera? En cierto modo, podríamos estar hablando de una violación en toda regla... violación de mi oído mediante CAI.
Desafortunadamente la CAI está incontrolada. El otro día la sufrí en un autobús de camino a casa. Y lo más increíble aún... por la calle, me puse a andar en paralelo con un hombre con la música a todo trapo que me acompañó unos metros. De verdad... ¿por qué tengo que aguantar esto? ¿por qué tienes que hacer que yo camine por tu camino y no por el que yo quiero caminar?
Además, seguramente tiene diversas mutaciones aplicadas a la vida, como aquello que se te obliga a ver cuando no quieres, a tomar aunque no quieres o a tocar aunque no quieres... pero quizá el sentido del oído por su propia naturaleza en la que no se puede evitar el acto de “oir” (y sí se puede evitar tocar, gustar, ver... quizá no oler...) es uno de los más vulnerables.
La CAI tiene quizá su origen en otras costumbres muy habituales del siglo XX de esta corriente: fumar en espacios cerrados haciendo respirar el humo a los de al lado. Una ofensa a la salud del colega que tienes al lado... y tan extendida que no nos damos ni cuenta de lo malo que es. Dentro de 30 años será igual con la CAI, al tiempo: cada uno llevará su “musicote” y seremos aún más egoístas de lo que ya somos... que pena de humanidad en estos casos...

No hay comentarios: