03 septiembre 2008

Desequilibrio genital

Era de día ya, llevaba siéndolo desde que me acosté. Me levante y me duché. Me miré al espejo y tenía una cara de pena aún así. Me enfundé el traje de fiestas y me dispuse a pasar las fiestas lo mejor que podía.
Pasaba una por mi lado, piropo... me sonrío. Alejado de lo que viene siendo costumbre parecía que se había sentido atraída por mis palabras. Se fue.
Era mediodía, entramos al supermercado... nos conocían todas las cajeras de la noche anterior. No había tenido esa sensación nunca. Hola Susana. Hola Marta. Hola chicos – respondían ellas. Teníamos el poder.
Ya por la tarde, corrida de toros. Una chica cantaba a nuestro lado. Iba super escotada, nos estábamos poniendo malos. Nos dimos un paseo a ver a las damas de las fiestas, dos besos a cada una, un teléfono que pasaba a mi móvil... una copa que besaban sus labios, una mirada que mataba de gusto...
Llego la tarde y empezamos a beber cerveza. Muy borrachos todos. A una chica la tirábamos cerveza por el pecho. Ella se retorcía de gusto y jugaba con nosotros a tirarnos la cerveza también.
Llegamos a casa más bien cocidos. Cenamos y nos reímos de las andanzas del día. No sabíamos que posteriormente nos encontraríamos con nuevas mujeres en nuestro camino.
Al salir para el concierto nocturno ya íbamos cantando por la calle y las chiquillas se arrimaban. Una me declaro varias veces que tenía todo depilado... entiendo que por algo sería. No la conocía de más de 30 palabras, etílicas palabras.
Ya en el concierto, la prima de un amigo comenzó a poner su trasero en mis partes, meneándose con gestos obscenos... y quiero pensar que no era ningún tipo de danza ritual que practicase con los amigos de los miembros de su familia. Realmente esto empezaba a no tener nombre.... pero quedaba aún más. Una amiga suya totalmente descompensada (para bien) se me acercó y se me puso un poco tonta. Que si soy muy viciosa, no sabes tú las cosas que puedo hacer... mis amigos me la quitaron de encima, sin yo saber muy bien porqué y seguimos a lo nuestro.
Tras una meada en un callejón, encontramos a una de las cajeras de nuevo, una que no paraba de hablar y de hablar. La verdad era muy simpática. Este tipo de chicas que son para casarse con ellas y no para hacer nada golfo. Total que parece ser que la chica era pura imagen porque ya había sido bastante golfa esas fiestas. Pero bueno, realmente era simpática.
Pasaron las horas y en la discoteca estábamos felices tomando copas. Un amigo comenzó a liarse con la que disfrutaba con la cerveza por las tetas. Otro amigo se comía a una rubia desconocida totalmente para mi. Otro mandaba mensajes a una chica que conocía de Internet, que andaba por allí... y a mi me asaltó la descompensada. “Dame un piquito y te doy mi número de teléfono” Y así varias veces. Me dio su número y me dijo que nos fuéramos a su casa. O a mi hotel. O entre dos coches. Supe decir que no en el momento justo. Estaba jugando con fuego. Un poco más y me quemo del todo. Un minuto más allí e íbamos a salir todos ardiendo, todos y cada uno. Huimos como pudimos y a dormir. Hasta mañana...

P.D.: No sirvo para contar historias que no son verdad... como se puede observar. Aunque ciertamente exagerar los detalles siempre se me dio bien. Lo que pasó en esos días lo sabe todo el mundo: estábamos totalmente desequilibrados por nuestros genitales, era la única parte de nuestro cuerpo a la que hicimos caso. La intrahistoria que tiene esta historia es que nosotros realmente estábamos a gusto y deseosos de nuestra condición de playboys... y que olvidábamos facimente cualquier otra cosa: amistades, reputaciones, parejas,... nos habíamos fiado de nuestro cerebrito, el que está entre las piernas.

No hay comentarios: