28 octubre 2008

Lo que debería decirte y no te diré.

Hola. ¿Qué tal? ¿Mejor? ¿Has pensado en algo?
Y si has pensado ¿cómo es que no has llamado? ¿por qué me toca dar el paso a mí una vez más? Eres tan orgullosa... ¿tan poco te importa nuestra relación si no eres capaz de dar tú el primer paso? ¿No puedes dar tu brazo a torcer por una vez?
Me parece que eres demasiado infantil. Me enfado... no respiro. No llamo, no doy señales de vida, no reconoceré mis errores, no pediré jamás perdón. Porque para ti, pedir perdón es rebajarse. El problema del que no te das cuenta es que has vivido demasiado tiempo tú encima y yo debajo. Y te sientes cómoda con la situación, tan cómoda que por nada del mundo querrás perder tu status actual.
Pero yo me pregunto: si tan enamorada estás, si tan importante soy para ti... ¿no será mejor rectificar en el momento justo antes de que se enquiste una relación? ¿eres capaz de jugártela por una sencilla y aislada discusión? ¿eres capaz de perderme así?
Lo que pasa es que tú sabes que estoy perdido sin ti. Que tengo que caer en tus brazos porque si no, ¿qué voy a hacer yo solo? Lo sabes y es verdad. He asumido tal dependencia que te necesito de mi lado. Y me abajo constantemente.
Es una cuestión de orgullo. Y yo me cuestiono si tanto vale tu orgullo. Si tanto vale para que me pierdas. Si prefieres vivir orgullosa o vivir conmigo. No somos compatibles tu orgullo y yo. Y tienes que decidir. ¿Sabes por qué? Porque si no es hoy, será mañana, y sino pasado mañana.. algún día nos enfrentaremos a muerte él y yo y no quiero que llegue ese día. Quiero que lo destierres a él. Y si te digo esto es porque quiero quedarme yo en tu vida, desde luego.
Creo que la decisión es a priori muy sencilla. Si pones en una balanza en un lado cada uno de los momentos buenos conmigo en este tiempo y en el otro lado, los momentos de enfado, ganarán claramente los primeros. Sólo te pido que elijas decididamente por mi. No estás a tope. Como yo tampoco lo estoy. Sólo te pido que elijamos los dos definitivamente: tú dejas tu orgullo, tu necesidad de ser superior a mí,... y yo dejo de comportarme como un crío en celo.
Lo que no deseo es seguir igual, y aguantar hasta mañana, día en que seguro será demasiado tarde. Quiero solucionar hace tiempo esto. Tú insistes en mi problema, pero mi problema tiene origen en ti. Si no solucionamos esto, no quiero esperar a que mañana salgamos en la página de sucesos.
Piensa. Piensa fríamente que es lo que te merece la pena. Creo que sabes dar la misma respuesta que yo.
Sólo pensar en estar sin ti la verdad... me lleva a la locura. Creo que perdería el rumbo, caería en la depresión. Temo el día en que encuentres a alguien mejor que yo. Y el problema es que temo que en cuanto me dejes caerás en los brazos de gente mucho mejor que yo. Y tengo miedo. Porque entonces si que te perderé para siempre. Y no quiero perderte. Tengo mucho miedo. No se si me recuperaría. Por eso, no quiero perderte, porque eres mi droga. Porque en días como hoy me doy cuenta de que te necesito al lado.
En definitiva, te pido que reflexiones, con corazón y cabeza, y que por favor, me pidas perdón. Es la única forma de seguir adelante. Que aprendas a pedir perdón cuando realmente es necesario. Y que así nos pongamos al mismo nivel. ¿Es tan difícil?

Pero todo esto nunca te lo diré porque se que tú actuarías en consecuencia y te tomarías esto a mal, pondrías mil excusas, te reafirmarías en tu posición... y ¿sabes que me queda? O dar mi brazo a torcer o abandonar esto para siempre. Apuesta a lo primero una vez más.

No hay comentarios: