10 octubre 2008

Recuerdos verdaderos

He vuelto tras unos días de viaje fuera de España. He estado en uno de los paraísos naturales del mundo. Naturaleza en estado puro. Maravilloso. Miles de maravillas que pasan por delante de tus ojos constantemente.
Sin embargo, no es eso lo que recordaré y lo que se me quedará en la cabeza para el futuro. Se me quedan las personas con las que he compartido el viaje. Las canciones cantadas. Las coñas más repetidas y graciosas. Las debilidades y las enterezas de cada uno de ellos. El frío que pasamos juntos y como lo solventamos con el calor que se desprendía de nuestros corazones. Los momentos de incertidumbre que se dejaron atrás por el arrojo o esperanza de uno u otro. Quizá solos no hubiéramos llegado tan lejos pero juntos conseguimos llegar al fin del mundo.
Tus ojos pueden ver muchas cosas, pero realmente los ojos que ven, que recuerdan y que valoran son los ojos de tu corazón. No quiero ser muy cursi ni muy sentimentaloide, aprovechando la coyuntura de una buena experiencia reciente. Sólo quiero decir que realmente las experiencias que te hacen crecer en la vida, de las que uno aprende, son las experiencias humanas, las experiencias en las que tienes una simbiosis con el que tienes al lado: él te da y tú le das. Es un sencillo intercambio.
Las cámaras de fotos te ayudan a recordar esos instantes que tu memoria ya no recuerda: los paisajes, las fotos, incluso con quien compartiste viaje... pero lo que sí recuerdas y para lo que no sirve la cámara de fotos es para sentir ese regustillo placentero de lo bien que fueron las cosas. Hasta parece que las cosas malas se olvidan, como si no hubiera habido problemas de convivencia. Realmente, el ser humano no deja de sorprenderme.
Recordar me explicaron una vez que significaba volver a pasar por el corazón (del latín re-cordis). Eso me dice que las imágenes, como tal, tarde o temprano se irán, pero lo que paso por tu corazón (las personas) quedan ahí.
Yo no recuerdo las calles por las que pase en mi último viaje a Bélgica o los caminos recorridos por las montañas que pise en Gredos, sólo recuerdo con quien compartí esos días y lo que viví con ellos.
Vivir es una bonita experiencia. Sin duda.

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