19 diciembre 2008

Decir adiós.

Decir adiós es siempre muy complicado. No es fácil aunque sea lo que más odias en el mundo. Decir adiós significa romper una rutina de un tiempo: una relación con ciertas personas, unos hábitos de alimentación, un paseo todas las mañanas hacia el lugar donde se desarrolla la actividad con la que rompes...
Y bueno, es tan difícil despedirse muchas veces como lo puede ser decir hola en un nuevo sitio. Supongo que porque cuando uno debe decir adiós y le está doliendo decirlo, es porque se ha acostumbrado a la rutina, se ha aclimatado e insertado en un ciclo de su vida. Y romper un ciclo, es costoso, es doloroso.
Yo pensaba que a mi no me costaba tener que decir adiós, pero estos días me está tocando decir adiós (en mi vida real, que nadie se asuste que este blog sigue para adelante!) y la verdad me doy cuenta de que lo que más me duele es romper con esas rutinas (más incluso que las propias personas que te encuentras en los caminos) ya que esas rutinas no volverán. No serán iguales, eso nunca.
Ya no volverás a juntarte en el mismo sitio con la misma gente, ya no volverás a ir a ese sitio a desayunar con esas personas, ya no volverás a tomar esas copitas hablando de esos temas, ya no volverás a soñar en cosas con personas que día tras día le ves el careto... y no les dices nada.
No dices adiós a las personas, también a los lugares, a los actos, a las conversaciones...
Y sobretodo... ¡qué difícil volver a empezar en un sitio! Por mi forma de ser, últimamente me ha tocado decir muchos adioses y muchos holas... y la verdad que incluso es más fácil hacerte un hueco en un grupo humano que abandonar el hueco creado.
En nuestras relaciones humanas, no le hacemos fácil a la gente hacerse un hueco entre nosotros, desconfiamos...y por eso es tan difícil decir adiós... porque sabes que hasta que alcances ciertos niveles de confianza con las personas como adquiriste en tu sitio anterior, te queda un largo y tortuoso camino.
Yo necesito y rehuyo de decir adiós a partes iguales. Lo necesito porque hay que evolucionar siempre en la vida. Rehuyo porque como todas las personas inseguras, tengo miedo a lo que vendrá, a sentirme fracasado o a equivocar el camino.
En definitiva, hay que afrontar las despedidas, como si fueran hasta luegos aunque sepas que son adioses...

1 comentario:

José Sellés dijo...

Hola, felices fiestas ¿a quién ficharías por 20 millones de euros? contestame en futbol-chicks.blogspot.com FELIZ 2009