04 septiembre 2009

Perder el tiempo

Perder el tiempo es lo que hago. Proyectos inacabados. Ideas que no fueron siquiera patentes, robadas ahora por los que sí decidieron dar el paso.
Horas y horas delante de la pantalla, ratón para arriba, ratón para abajo. Miro al infinito del pixel y no veo nada, no me hace falta, pues sólo quiero que pase el tiempo, que el reloj haga tick tack tick tack...
No me detengo en organizar mi vida, pues vivir el presente requiere no planificar. Pues los planes ya salieron mal, antes de empezar. Ahora ya no vivo pendiente del que dirán de mi, que seré de mayor o que me deparará el mañana. Vivo pendiente del ahora. Y si ahora hago algo sin relevancia que más da. Me dieron vida para gastarla. Yo creía en la vida como un don al que sacar jugo cada instante... sin embargo, las patadas de la vida me llevaron a un cambio de parecer. También creía muchas cosas. Creía en el amor. Y ya no creo. Creía en la buena voluntad de las personas y tampoco lo hago ahora.
Mis ideas de niño, mis cuentos de hada y de principes, mis castillos de naipes construidos sobre arena se fueron a parar a un lugar que desconozco. Y ahora creo en hacer lo que viene. Y si lo que viene es dejar pasar segundos, minutos y horas... bienvenido sea.
El tiempo. El tiempo antes me aprisionaba: ¿cuando seré padre? ¿cuando me casaré? ¿cuando me compraré un coche maravilloso? ¿cuando se harán mis sueños realidad? Cuanto más piensas en hacer planes, más rápido estos se caen. El tiempo y la vida lo que me ha enseñado, lo que me está enseñando, es a vivir el día a día. Sin más rodeos ni circunloquios. Simplemente vivir lo que te toca vivir. Sin lamentarse de lo que podía haber sido y nunca será.
Es por ello que ahora, cuando los demás creen que debo llorar, yo rio. Cuando los otros me preguntan si estoy borracho por mi felicidad inaudita, yo les digo que simplemente me di una ducha... y salí de casa con esta cara y esta actitud.
Cuando creía que perder el tiempo era pesimismo y conformismo, me di cuenta de que era una forma de encontrarme a mi mismo y a mi verdadera realidad. Basta de construir reinos sobre agua, inestables, impacientes... basta de soñar con tener lo que tiene todo el mundo. Mi vida es mi vida, mis circunstancias buenas o malas, también son mias. Y no puedo ansiar las de otros. Ni tampoco desear a otro el mal.
He encontrado que dejar pasar el tiempo mirando hacia el infinito pixel blanco de mi pantalla es mejor que lamentarse. He descubierto que no por mucho hacerse preguntas uno va a encontrar la respuesta, sino que a veces llega, sin más, dejando pasar el tiempo... tick tack, tick tack...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy buen blog, saludos