10 diciembre 2008

Ilusión y miedo, miedo e ilusión.

Ante las decisiones importantes en mi vida siempre conviven dos sentimientos: por una parte la ilusión de saber que realizas un cambio que esperas que mejore lo que ya tienes y que has peleado y crees merecido, por el otro lado está el miedo a equivocarse en la situación, en no haber planteado todas las posibilidades o incluso haber subestimado las opciones en tu contra.
Creo que son sentimientos que están presentes no sólo en mi, sino en todos los humanos que se toman la vida de forma moderadamente seria. Si te tomas la vida a chiste evidentemente convivirá sólo la ilusión y si te la tomas a la tremenda, en tu vida sólo habrá angustias y desvelos, producidos principalmente por el miedo.
Cómo habrás imaginado a estas alturas y si sigues un poco la trayectoria de este blog, yo soy de esas personas que tienden más a ver el lado oscuro de la vida. Sin embargo ante la toma de decisiones que afronto ahora mismo, me encuentro a medio camino entre el miedo y la ilusión, sabedor de que peor muchas veces las cosas no pueden ir, y de que la experiencia es un grado, y la que he adquirido en estos últimos años me ha servido para saber que es lo que no quiero en mi vida... aunque no he descubierto todavía que es lo que sí quiero.
Durante el último mes he afrontado una búsqueda pausada y sin ser acuciada por las prisas para decidirme finalmente por un gasto importante en mi vida. Ahora, ejecutado el pago, sólo puedo decir que estoy contento de lo que he hecho, aunque haya sufrido muchos miedos por la toma de la decisión. Es decir, se entremezclaron dichos sentimientos constantemente hasta el punto de no saber si eres masoquista o fumador de hierba, viviendo en el subsuelo o en las nubes...
Todavía tengo varias decisiones que emprender en mi futuro más próximo, especialmente una: mi nuevo paso laboral. Ese paso va a ser en gran parte determinante para mi futuro laboral, ya que puedo seguir siendo un infeliz o puedo decidirme a buscar mi felicidad en sitios que desconozco y que sinceramente me aterran. Me aterran pues siempre uno tiene miedo a cambiar y sin embargo me ilusionan porque puedo llegar a ser feliz de una vez, sintiéndome importante en mi trabajo diario. De nuevo, esos sentimientos entrecruzados, como en cada una de las decisiones de mi vida.
Dejemos que el tiempo me ponga en mi lugar, confiemos en tomar la decisión acertada... pero siempre, siempre, trabajando para tener controlado el momento sabiendo que la vida es incontrolable.

El miedo atenaza y paraliza, la ilusión empuja adelante.
El miedo busca escondite, la ilusión salir a las calles de las ciudades.
El miedo te hace conservador, la ilusión hace que juegues tus bazas.
El miedo restringe, la ilusión liberaliza.
El miedo te vuelve mediocre, la ilusión crea superhéroes.
El miedo tartamudea, la ilusión vocifera.
El miedo tantea, la ilusión ejecuta.
El miedo es dormilón, la ilusión hiperactiva.
El miedo se pierde las experiencias, la ilusión las vive en demasía.
El miedo se conforma, la ilusión escala... ¿a cualquier precio?

En el equilibrio está (por supuesto) la virtud.

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